FLORENTINO BUSTOS ESUPIÑANA
(ESCRITOR)
(ESCRITOR)
Florentino Bustos Estupiñán, constituye, sin lugar a dudas, el epítome del escritor de oficio. Así se lo conoció en Ipiales, su amado pueblo, su ensoñación, meta de todos sus esfuerzos y desvelos literarios. Desde temprana edad tomó como vocación el ejercicio de escribir, tanto en los incipientes periódicos que circulaban a inicios del siglo XX en el Sur occidente colombiano, como en la prensa de otros rincones de la patria, inclusive su obra poética fue seleccionada en los Cuadernos Hispanoamericanos, de la Casa Maucci de Barcelona, donde, por demás, inaugura en cierta medida, el ejercicio de reportero gráfico en Nariño, ya que aparecen en dichos cuadernos una serie de fotografías del Ipiales de antaño, así como alusiones a estas tierras del Sur colombiano. Hizo de periodista, de historiador, de gramático, de difusor cultural, bien desde sus propios periódicos como Nubes Verdes, Sur de Colombia o la Palabra o en esa serie de bellas revistas y periódicos de la región, en donde discurrían serios debates sobre el acontecer ciudadano, la política, la cultura, el civismo, todo enmarcado con el piélago del respeto y el sano criterio. Así era Bustos.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOLmjinxLN3sgkc767AAT-nw1vVH_iDkUOWsKr0JeOdBZRKDAG30YRno9C2FK7o35uuPP6Z8NbnphSlapwQDCZhM4Zs-BdBm02owPEv7IPjZwZJG-ElOTkbOnkKSNykXmWnbmovBifA5i7/s200/1.jpg)
Pero se lo recuerda como Poeta, El Poeta, en Ipiales, hasta hace algunos años, era alusión a Florentino Bustos. Pero no fue un titulo gratuito que le obsequió su pueblo. En su auto apostolado literario, se detuvo en la lectura de los grandes clásicos de la literatura castellana, por eso su estilo soberbio, cuando no fastuoso y siempre lírico. Se reconoció como un sujeto con un propósito especifico en la vida, la de escribir, y a la par, la de servir y sentir con las entrañas el amor a su pueblo:
¡Amo al pueblo también! Quién no se inspira
ante tanta bondad, tanta grandeza
por eso, en mi cantar y en roca lira
¡el corazón le doy y mi altiveza!
¡Amo al pueblo también! Mi alma suspira
al verlo perseguido con rudeza;
ufano, con fervor me enciendo en ira,
como león de indómita fiereza.
¡Amo al pueblo también! Es mi tesoro,
es mi honda inspiración: numen, cordaje.
¡Amo al pueblo también! Respeto imploro
para el fuerte titán, por su coraje...
¡Amo al pueblo también! Solo, contrito
oraré yo por él, al infinito.
La palabra fue su aliento. El verbo lo reclamaba insistentemente, lo hizo su cofrade. La pluma le fue consustancial a su existencia. Por eso admiraba, no sin razón, a aquellos grandes que entendían que el oficio de escribir es la esencia de la humanidad, Bustos entendió que mediante la escritura se podía dejar no solamente testimonio de la razón, en una epísteme que busca afanosamente el desarrollo, en una herencia occidental que nos pesa y nos pesará siempre, sino que también en la palabra poética se podía dejar constancia de lo entitivo, de lo pulsional, no es ya la razón obtusa en el capricho del progreso, sino el testimonio del sentimiento, de lo inconsciente, ya que Bustos también fue presa de una transverberación donde sentía, no como Santa Teresa dolor de amor en Dios, sino dolor de amor en la palabra misma, bueno, San Juan equipara a Dios con el Verbo, no en vano decimos que Bustos, tan creyente también, transverberara en la palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario